Liderazgos y lealtades cuestionadas. Anuncios de cúpula con cortocircuitos en los distritos. Negociaciones permeadas por el resultadismo electoral y la desconfianza ideológica y política.
La política bonaerense llegará al próximo 19 de julio con la lengua afuera y sumergida en un caos pocas veces visto. A 24 horas del cierre de alianzas y con solo diez días para definir a los candidatos provinciales, en los partidos conviven el cálculo y la improvisación; el oportunismo y la desconfianza.
A un año y medio de la irrupción de Javier Milei en el poder —el topo que viene a destruir el Estado desde adentro—, la coyuntura encuentra a la mayoría de la dirigencia —incluida la tropa de La Libertad Avanza— intentando readaptarse y sobrevivir a un cambio ¿circunstancial? pero plenamente vigente.
Esa crisis se traduce en desconfianza interna y entre eventuales aliados a la hora de prepararse para la competencia electoral. Prueba de ello son las dificultades que todos los frentes mantienen para tejer alianzas o convalidar liderazgos. Paradójicamente, el sector que más avanzó hacia una propuesta común es la izquierda, a contramano de sus habituales atomizaciones por desacuerdos programáticos y electorales.
El peronismo en su laberinto: máxima tensión de cara al cierre de listas
La pelea por la conducción del peronismo tiene en la elección bonaerense su primera gran contienda. Con liderazgos y lealtades cuestionadas, el debate enfrenta a quienes pugnan por una renovación dirigencial, encarnada por Axel Kicillof, y a quienes reivindican la conducción de referentes como Cristina Kirchner y Sergio Massa.
La tensión, desatada desde aquel llamado del gobernador a “componer nuevas canciones” y convocar a los “desencantados”, se profundizó y se tradujo en disputas legislativas, partidarias, ideológicas y de estrategia electoral (como el desdoblamiento de las elecciones).
La postura intransigente del kirchnerismo duro —“Nada sin Cristina” y con una candidatura de la expresidenta en la Tercera Sección frustrada por su detención– se topó con la construcción de un gobernador y un grupo de intendentes que le dieron forma al Movimiento Derecho al Futuro (MDF), con una agenda de gestión que enfrenta los embates del ajuste libertario nacional.
En medio del enredo quedó el massismo, que se mantuvo firme en su pedido de “unidad”, pero que se mostró más cómodo en tándem junto a Máximo Kirchner.
Las disputas llegaron al límite en las últimas semanas. Algunos acuerdos de forma encaminaron la posibilidad de “listas conjuntas”, pero no la unidad —los propios actores se encargaron de aclararlo—.
La manifestación más elocuente llegó en la voz de Axel Kicillof, tras dos semanas intensas y luego de que el Congreso del PJ facultara a sus negociadores a formar alianzas con otros sectores.
“SABEMOS QUE DENTRO DEL PERONISMO EXISTEN MIRADAS DISTINTAS SOBRE LA EXPERIENCIA FALLIDA DEL GOBIERNO NACIONAL DEL FRENTE DE TODOS Y SOBRE EL CAMINO A SEGUIR PARA REPARAR AQUELLA DECEPCIÓN. ESOS DEBATES CONTINUARÁN: SON INEVITABLES Y NECESARIOS. SIN EMBARGO, HOY EXISTE UNA URGENCIA QUE SUPERA CUALQUIER DIFERENCIA: TRABAJADORES Y VECINOS NOS PIDEN LO MISMO A LOS DIRIGENTES: QUE VAYAN JUNTOS”.
Aunque el Congreso del PJ pareció descomprimir tensiones entre el kirchnerismo duro y el MDF, aún sobrevuelan las dudas y persiste la desconfianza.
A 24 horas del plazo establecido por la Justicia Electoral, el foco de la controversia serán los números de apoderados. Aunque el axelismo logró representación en la mesa, podría reclamar la refrenda conjunta para nivelar la disparidad.
Si hay acuerdo en el PJ, seguirá una segunda negociación con otros partidos y luego el armado de listas. “Queremos que se respete al MDF como espacio y que el acuerdo sea equitativo y representativo de cada frente”, advierten en el axelismo.
Un punto de entendimiento, en medio de la incertidumbre, es que las nóminas sean encabezadas por los candidatos más competitivos. Habría consenso en que los intendentes peronistas “tengan la lapicera” para definir las listas, aunque algunos sectores reclaman nóminas de consenso.
Por fuera de ese esquema aparece el peronismo disidente, que sostiene una fuerte crítica a todos los conductores de Unión por la Patria. Allí aparecen los intendentes Fernando Gray (Esteban Echeverría), Julio Zamora (Tigre) y el exintendente de Hurlingham, Juan Zabaleta, de buen diálogo con vecinalistas y con el espacio del neurocientífico Facundo Manes.
El acuerdo PRO-LLA que hace agua en los distritos
Cuando parecía que el acuerdo entre el PRO y La Libertad Avanza —celebrado por las cúpulas— lograba asentarse en los distritos y las demandas de los intendentes eran escuchadas, en algunas localidades el entendimiento no logra plasmarse y muestra serios riesgos.
En clara posición de debilidad —el PRO dejó de representar la idea de cambio y, por primera vez, no pudo imponer condiciones—, el titular del PRO bonaerense, Cristian Ritondo, había conseguido la aparente concesión de Karina Milei de blindar a las intendencias amarillas.
A cambio de respetar la territorialidad, los negociadores amarillos aceptaban teñirse de violeta y llevar la denominación “Frente La Libertad Avanza”.
“TENDRÁN QUE BAJAR EL MENSAJE CON MÁS PRECISIÓN, PORQUE PARECE QUE ALGUNOS NO ENTIENDEN QUE TIENEN QUE JUNTARSE CON LOS INTENDENTES Y EMPEZAR A COORDINAR”, RECRIMINABA UN INTENDENTE DEL PRO DÍAS ATRÁS ANTE INFOCIELO, CONSULTADO SOBRE EL ARMADO LOCAL CON LA LIBERTAD AVANZA.
La situación no mejoró en estas horas. Ya algunos alcaldes hablan de jugar solos o con viejos socios, como la UCR o vecinalistas. “Creo que va a haber más intendentes afuera que adentro del acuerdo”, se sinceró un jefe comunal amarillo, a quien un referente libertario se negó a consensuar una lista porque tiene aspiraciones para 2027. “Compitamos. Las urnas son las únicas que mandan quién es más representativo”, respondió.
Aunque algunos intentaron reducir la situación a los intendentes “jorgemacristas” —como los de Vicente López, 9 de Julio, Junín o Pergamino—, hay complicaciones en más ciudades gobernadas por el PRO.
Tampoco será fácil la negociación en más de cien distritos con dirigentes “sin tierra” y el reparto en las nóminas seccionales, donde La Libertad Avanza busca quedarse con la mayoría de los lugares.
El radicalismo y los sectores de centro que buscan gambetear la polarización
La UCR bonaerense parece tener las cosas más encaminadas, tras la turbulencia por la indefinición de las elecciones internas, que derivó en un esquema de cogobierno entre oficialismo y oposición.
Este martes, la Convención de Contingencia definió encabezar un armado “por el centro”. Para ello, convocarán a algunos de sus exsocios y a otros espacios políticos “alejados de los extremos” del kirchnerismo y de los libertarios.
Las gestiones son impulsadas por “Unidad Radical”, espacio referenciado en el diputado Maximiliano Abad —a quien algunos vinculaban con la búsqueda de un acuerdo con los libertarios—, el exintendente de Trenque Lauquen, Miguel Fernández, titular del Comité de Contingencia, y “Evolución”, agrupación que responde a Martín Lousteau y en la provincia lidera Pablo Domenichini.
La definición implicará una separación con el PRO, tras una década de sociedad, que en algunos distritos sigue vigente con acuerdos legislativos o de cogestión.
Aunque no se mencionaron nombres propios, se descuenta que buscarán entendimientos con aliados históricos como la Coalición Cívica, el GEN, vecinalistas y el monzoísmo, entre otros.
Una incógnita es si el sector “Para Adelante” de Facundo Manes, recientemente alejado del centenario partido y asociado políticamente al cordobés Juan Schiaretti, formará parte o no del nuevo frente.
Algunos intendentes y dirigentes boina blanca sostienen que es momento de competir con vecinalistas y parte del peronismo no K, pero vetan al monzoísmo, al que vinculan con Sergio Massa.
Otros, como el intendente de General Viamonte, Franco Flexas, propusieron competir en soledad con la histórica Lista 3 para recobrar identidad partidaria y reconectar con su electorado. El conjunto de estas tensiones puede influir en los armados locales de acá a diez días.
Aunque se muestran por fuera de estos esquemas, también figuran otros sectores vecinalistas o dirigentes desencantados tras la disolución de Cambiemos, que tejen posibles alianzas locales y regionales. Uno de los casos más llamativos es el de los hermanos Passaglia, en San Nicolás, que se fueron del PRO y buscan “regionalizar” su modelo de gestión con contactos en ciudades de la Segunda Sección.
A pocas horas del cierre de alianzas, en la política bonaerense hay pocos acuerdos y mucho desconcierto. El cálculo electoral para no dividir al electorado y ser competitivos choca con la convivencia política y la desconfianza ideológica. Sobre esa urgencia subyace una discusión de fondo: ¿Cuánto tiempo es sostenible un proyecto de poder sin su correlato en un proyecto político?