Los altos ejecutivos de empresas todavía están “midiendo” al presidente libertario.
Primero hay que explicar algo: el Coloquio de Idea, que acaba de cumplir 60 ediciones, es antes que nada una enorme sesión de terapia empresaria. El formato de quienes concurren a ese consultorio ha variado a través de los años.
En los años de 1990, cuando asistían los fundadores y dueños de las grandes empresas de capital nacional y los presidentes y miembros de alta conducción de las compañías internacionales, mostró su mejor formato. No solo era autoanálisis de la función empresarial, sino también con una enorme capacidad de influencia en las decisiones políticas.
Luego fue mutando, muchas empresas de bandera se vendieron, los fundadores fallecieron, alguna inclusive desapareció, y en la actualidad es difícil encontrar “propietarios”. El más notable, este año, fue Luis Pérez Companc, sucesor de “Goyo”, del grupo Molinos y Pecom.
En ese trayecto hubo políticos que confrontaron con Idea aunque finalmente hicieran lo que el capital siempre pide, por ejemplo los superávits gemelos de Néstor Kirchner (desmadrados luego con Cristina Fernández); otros se hicieron fuertes en su discurso y vínculos, como Carlos Menem y Mauricio Macri, e inclusive están aquellos que buscaron simpatizar sin conseguirlo, donde se podría ubicar a Alberto Fernández.
Para ese conjunto de personas de negocios, presidentes y CEOs de grandes compañías que si bien no detentan la propiedad toman a diario decisiones importantes, como invertir, tomar gente o pelear mercados, Javier Milei es un “bicho raro” cuya bandera libertaria rompe convenciones tradicionales.
Ellos están más que satisfechos con el cambio de rumbo económico, la búsqueda de estabilidad y demás, pero no le pidan que salgan apurados a abrazar con efusividad a Milei o le propinen ovaciones. Un aplauso de cierre intenso pero breve, alcanza por el momento.
Sí quedó claro ayer que hay una afinidad al menos con la bandera del capitalismo clásico, dado que la libertaria es una corriente y una cultura que muchos no comprenden, y lo dicen. Pero, aunque avalen ese rumbo de equilibrio fiscal, estabilidad cambiaria e inserción de Argentina en el mundo, a Milei todavía lo están “midiendo”.
Le reconocen el despligue de medidas centrales en apenas 10 meses, pero querrían que fuera mucho menos agresivo con posibles aliados y avanzara a igual velocidad con alianzas políticas que le otorguen sustentabilidad y proyección al cambio de rumbo, a fin de poder despejar de una vez el fantasma de lo que para ellos es el populismo que en algunos casos les dio facturación pero les quitó desarrollo.
De cualquier modo, por ahora, mientras se conocen, el aplauso alcanza para avalar y dar soporte al plan de estabilidad que opera el libertario.